Hace un tiempo atrás diste un paso muy importante; conocer tus heridas de infancia y comenzaste a sanar una parte de ellas.
¿Esto cambió tu vida radicalmente? No. Pero estoy seguro de que sí fue un paso importante en tu desarrollo personal. Al menos para mí fue un alivio entender que yo no era alguien “raro” y que en realidad lo que pensaba y sentía era normal, era una simple herida de infancia, que además pude aprender a reconocer y manejar.
Pero el camino no termina ahí. Es sólo un comienzo.
Luego de 10 años sin poder tener una relación de pareja estable, o al menos no tan tóxica como las que solía tener, por fin pude desprenderme de esos bloqueos que estaban en mí y que me impedían relacionarme sanamente. Y son justo estos bloqueos los que quiero compartir contigo.
Existen cuatro bloqueos relacionados a nuestra historia familiar que influyen en nuestras relaciones de pareja, con el dinero, con amigos, jefes e incluso con las adicciones. Y esto son;
1. El habernos fusionado con uno de nuestros progenitores:
Este es el caso común de personas que se identificaron con la herida de la injusticia o abandono, en donde sin darnos ni cuenta estamos tratando de “alegrar” a nuestros padres o de resolverles la vida, y no nos damos cuenta hasta qué punto este intento de salvarlos a ellos implica un descuido de nuestra propia vida, llevándonos a no poder concretar la relación que queremos o a tener grandes pérdidas económicas al estar dispersando nuestra energía.
2. El rechazar a uno de nuestros progenitores:
Desde la herida del rechazo o la traición es muy común estar en guerra con uno de nuestros dos padres, sin embargo, esta conducta lamentablemente ha demostrado ser el canal directo a la repetición de la historia familiar. Es así que, personas que rechazan fuertemente a su padre por, por ejemplo, haber caído en las drogas, luego de adultos tienden a relacionarse con personas alcohólicas o con algún tipo de adicción. Básicamente aquellos aspectos que rechazamos de nuestros padres, luego se transforman en un imán que atrae personas similares a ellos.
3. El haber sufrido un quiebre con nuestra madre a temprana edad:
Si nuestra madre tuvo que atravesar un duelo o ruptura importante durante nuestros primeros años de vida, es altamente probable que hayamos vivenciado una especie de “quiebre” en la relación. En donde por ejemplo, nuestra madre era muy cariñosa con nosotros hasta que… y luego pasó a ser una mamá distante. Esta clase de quiebres repentinos nos pueden llevar a experimentar ansiedad en las relaciones, en donde constantemente estemos pensando que “en cualquier minuto nos van a dejar” o que tener pareja trae demasiado dolor, por lo que es mejor no tenerla.
4. El habernos identificado inconscientemente con un familiar distinto a nuestros padres:
¿Has escuchado alguna vez de las lealtades familiares? Resulta que muchas veces estamos repitiendo la historia de un familiar, para bien o para mal. Si bien esto puede sonar un poco raro al principio, la verdad es que no es raro darnos cuenta de que sin querer estamos reviviendo la historia de algún familiar. ¿Te ha pasado que tus padres te acusen de ser igual a uno de sus hermanos? o ¿Te han dicho que eres idéntica a tu abuela? De por sí, estas identificaciones no tienen nada de malo, pero sí la vida de esa persona con la que te identificas es o fue muy dolorosa, entonces es posible que estés cargando con dolores y emociones que no te corresponden.
Si te resuenan alguno de estos bloqueos, te invito a que los trabajemos en mi curso “Heridas familiares”, el cual es la continuación del curso “heridas de infancia”.